¿Acercarse a la música o acercar la música?
- Gerardo Fernández San Emeterio
- 12 abr 2017
- 1 Min. de lectura

Casi un mes sin tocar el blog otra vez. Lo siento: han sido tres semanas de trabajo duro e intenso, apasionante y cansado a partes iguales. En ellas, he tenido tiempo de volver una y otra vez sobre la pregunta que me hago al comienzo de esta entrada y sobre la que voy a echar, simplemente, mi cuarto a espadas.
En estas tres semanas he visto teatros de ópera de primer nivel, llenos del público más convencional, cierto, pero también de población menos esperada (jóvenes, especialmente), pero también he visto a un público mayoritariamente anciano y sin formación musical asistir con un respeto religioso a un "Stabat Mater" de Pergolesi que era, probablemente, el primero que oían en su vida. También me cuentan de una parroquia de barrio atiborrada (con peleas por asientos y todo) para ver un concierto con un programa entero de Tomás Luis de Victoria.
Ante todo esto, me pregunto si esas labores arduas de acercamiento a la música que realizan (con gesto preferentemente estresado) departamentos pedagógicos de determinadas instituciones, ese convencimiento de que la música se muere (procedentes en general de cenáculos filarmónicos poco o nada conectados con la realidad), esas versiones facilitadas que pretenden "acercar" al público lo que éste no va a entender..., si todo esto no parte de una visión corta y perezosa, y de un supuesto problema.
Dejemos sonar la música, hagámosla sonar: el resto se hará solo.
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