Carceleras en tiempos de crisis
- Gerardo Fernández San Emeterio
- 21 mar 2018
- 2 Min. de lectura
Las noticias sobre el Teatro de la Zarzuela y, peor aún, los comentarios favorables de periodistuchos y gacetilleros más cercanos al postureo y al politiqueo que a un conocimiento directo de la música, el canto o, incluso el teatro (de "Ok Diario" a "El Asombrario", aunque rimen) me tienen casi fuera de lugar. Duele ver la desidia, el desconocimiento y, en el fondo, la incultura de tanto "enteradete" que se llena la boca a hablar de Händel o Verdi; de tanto "enteradete", repito, que disfruta más llenándose la boca e incensando al que manda que con la música en sí.
Sin embargo, yo me inspiro en mi admirada Ángela Figuera y creo en tirar para adelante, en la difusión y la diversidad, frente a la pseudocultura cenacular (de cuando cenan), ésa del "no te puedes perder a X" o "tienes que leer a Y", que resultan siempre ser recién premiados y que se han hecho fotos con H en el restaurante de Q..., y basta que se me acaba el alfabeto.
Por eso os dejo aquí las carceleras de "Las hijas del Zebedeo" de Chapí, ésas que desguazan en un anuncio de algo (no les presto atención, la verdad) en estos días. A propósito he elegido esta versión, por lo resalado de la cantantes (se le entiende todo a la condenada) y su contraste con la empeñada pianista, que parece tener prisa por ir a hacer algo, pero ahí está cumpliendo con una de esas incómodas (para los cantantes también) reducciones para piano de las zarzuelas.
Al oírla, he exclamado una cosa que sale en "Amanece que no es poco" y que, dados los tiempos y las hípersensibilidades, prefiero ahorrarme; quien la adivine, mejor.
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