top of page

Xavier Sábata: sorpresa en el Ciclo de Lied

  • Gerardo Fernández San Emeterio
  • 2 jul 2018
  • 2 Min. de lectura

El lunes pasado acudí al recital de Xavier Sábata en el Teatro de la Zarzuela. El programa era atractivo, al menos sobre el papel, y la expectación por oír al joven y atractivo cantante, mucha.

Para mi sorpresa, ante el piano había un atril. En todos los años que lleva el Ciclo de Lied, no lo recordaba desde un lamentable recital de Margaret Price en el primero de todos ellos. No he ido a todos los recitales, pero la presencia de un atril sobre el escenario trajo a mi mente algo que Ana Mª García Quintanilla me enseñó durante mi breve paso por la Escuela Superior de Canto de Madrid: la música, o está en la cabeza o no está; la partitura se lleva en el oratorio por una cuestión estética, pero si la música no está interiorizada, no está.

Con esta idea, pensé que no podía ser verdad que Sábata, cantante que está haciendo una carrera internacional muy importante, viniera papeles en mano al Ciclo de Lied, pero era así. Ignoro las razones, pero su recital resultó una demostración de lo que me enseñó Ana Quintanilla, no en balde ella había mamado la música en su familia (era sobrina de Jesús García Leoz): Sábata nos aburrió infinitamente. Una vez que el asombro por su bellísima voz pasó, una vez que escuchamos todos los colores que era capaz de sacar de ella, lo bien integrado de sus registros, lo poderoso de su presencia en escena, el resultado fue aburrido, muy aburrido. La verdad es que el programa era muy monótono, y que eso tampoco ayudaba, pero lo que más llamaba la atención era que el cantante no apartara apenas su vista del papel, ni siquiera para la bellísima "El viaje definitivo" de Mompou, sobre el descomunal poema de Juan Ramón Jiménez, que interpretó a capella; ni siquiera el conocidísimo "Damunt de tu només les flors", que creo que podíamos cantar de memoria la mitad de los asistentes; ni siquiera, y esto es lo peor, ¡en la propina!

Todavía más: el nivel musical remontó cuando su acompañante, la pianista Anne Le Bozec, interpretó ella sola música de Falla y Mompou llevándonos a todos detrás de sus dedos.

¿Qué pudo hacer que un cantante de la talla de Sábata nos ofreciera algo tan verde? Alguna razón tiene que haber, estoy seguro: es un profesional como la copa de un pino y su carrera le avala; hasta el mejor escribano echa un borrón. Por eso, aunque la expresión "falta de respeto" cruzó, como demoniete tentador, mi cabeza, no quiero darla por dicha ni por pensada. Espero, en serio, ver a Sábata en mejores condiciones y poderme acercar a felicitarle. Y espero que su carrera sea larga y llena de éxito, y que siga tan guapo..., y basta ya, que parezco una de esas gitanas que leen la mano.

 
 
 

Comments


Posts Destacados
Posts Recientes
Buscar por etiquetas
Síguenos
  • Facebook Classic
  • Twitter Classic
  • Google Classic

​© 2016 por Gerardo Fernández San Emeterio. Fotos de JPradana y Ángel Castillo Perona.

Creado con Wix.com

  • w-facebook
  • Twitter Clean
  • w-googleplus
bottom of page