Reencuentro con una alumna y lo que me llevó a pensar
- Gerardo Fernández San Emeterio
- 24 ago 2017
- 2 Min. de lectura
Hubo algo que no conté en la última entrada sobre el curso de Daroca: en aquellos días, tuve la fortuna de reencontrarme con una antigua alumna de la Escuela Municipal de Música "Federico Chueca" de Madrid, una alumna a la que yo enseñé a leer en clave de fa y que hoy cursa primero de chelo barroco en el Conservatorio Superior de Madrid. Hacía mucho que no nos veíamos (yo dejé las escuelas a finales de 2013) y nos dio mucha alegría reencontrarnos y hablar de los primeros tiempos del coro de dicha escuela, que no existía antes de 2005 y del que ella formó parte durante al menos dos cursos.
El recuerdo nos llevó a lamentar el estado actual de dichas escuelas: de hecho, sé que en ese mismo coro, con el que yo monté canciones populares, sí, pero también piezas de Encina, Victoria, Haydn, Offenbach, Chueca o Bob Chilcott, lo último que se dio a los alumnos fue la letra (sin partitura) de una canción de Christina Aguilera.
Dudo mucho que con este tipo de gestión se llegue a interesar a los alumnos, a los que de verdad les gusta la música, que tienen interés en que se les presenten retos que puedan superar, en que se llame la atención a su oído, al tiempo que se mantendrá, como mucho, un alumnado comodón, falto de interés en la experiencia musical, ávido tan solo de canturrear lo ya conocido.... Vamos, lo que no debe ser un escuela.
No sé si es tan elitista el pretender abrir el conocimiento (a diario vemos las consecuencias que puede llegar a tener lo contrario) paso a paso, conjugando lo nuevo y lo conocido, ampliando horizontes musicales, que son a la vez lingüísticos, y también culturales, que lo son del conocimiento humano en general.
No puedo por menos que lamentar la gestión comodona, comercialona, falta de todo interés real en la música, de la actual empresa adjudicataria (que, por cierto, es la misma que se quedó con la totalidad de las escuelas cuando el recortazo de Botella y que ahora ha subido el sueldo de los profesores en el equivalente neto de dos euros, según me cuentan; seguro que han hecho un gran esfuerzo para ello) y esperar, necesito esperarlo, que cambie el viento.
Cabe también pedir a los responsables políticos que se piensen un poco lo que están haciendo: solución hay, lo que hace falta es querer aplicarla.
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