García y Marchesi, ¡cómo no!
- Gerardo Fernández San Emeterio
- 1 sept 2017
- 2 Min. de lectura
Me pregunto si alguna vez dejaremos de usar los ejercicios de la escuela de García, no ya conscientemente, sino inconscientemente. Me refiero a que muchos de ellos figuran entre la "tradición oral" de los estudiantes de canto de muchas generaciones. De hecho, hay libros de determinados profesores que incluyen, sin saberlo, ejercicios de la escuela de García sin mencionar al autor, del mismo modo que nadie menciona al autor de "Tres hojitas, madre": porque no se le conoce.
Esto es en parte triste, pues demuestra que estos ejercicios de realizan de manera estereotipada, simplemente porque nos los enseñaron -mejor o peor- nuestros maestros, pero, por otra parte, nos enseña la vitalidad de una escuela que, más allá del paso a la historia de la música a la que venía encaminada (el "bel canto" en su última etapa y la ópera romántica y verista), muestra su capacidad de adaptación a estilos diferentes, e incluso su utilidad en manos de maestros que, como Hussler y Rodd-Marling, trabajaban la voz de manera muy diferentes.
Siempre recordaré la primera vez que oí a Jill Feldman en uno de los cursos de música antigua que imparte en Portugal: soy alumna de Lilliann Loran, que fue alumna de Toti Dal Monte, que fue alumna de Nelly Melba; por lo tanto, pertenezco a la escuela clásica italiana, nada específicamente barroco: sólo una buena técnica clásica italiana.
Escribiendo desde Madrid, cabe preguntarse por qué llamamos "escuela italiana" a la que codificaron un español nacido en esta misma villa y una alemana de Fráncfort del Meno, pero este extremo se sale del objetivo de la presente entrada.
A estas alturas, sigo considerando el método de García la base vocal de mis clases. Es bien cierto que hay que adaptarlo: en tiempos de García y Marchesi se iba a casa del maestro a diario y se permanecía allí el tiempo que fuera menester. Hoy, los alumnos dan una clase de una hora a la semana, dos cuando el trabajo aprieta, y me veo obligado sistemáticamente a buscar atajos continuos en la pausada labor de ambos maestros... Tengo que confesar que SIEMPRE lo encuentro: lo cuidado y detallado de su labor hace que siempre haya un ejercicio que sirva al propósito que estoy buscando.
¿Significa esto que enseño por el método de García? Sería falso (aparte de presuntuoso) decirlo así, pues muchos y muy buenos maestros (dos verdaderamente fundamentales van mencionados arriba) añadieron aspectos necesarios hoy día y que no trabajaron García y Marchesi. De hecho, es parcialmente cierta la crítica que se les hacía de que enseñaban un canto "instrumental". Sin embargo, no puedo dejar de considerarles fundamentales en la manera en que busco descubrir la voz de cada alumno que me llega.

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